
Catherine Parr (1512-1548), la hija de William Parr y Maude Green, fue una mujer con inquietudes intelectuales en pleno siglo XVI y autora de dos libros; pero fue, es y será siempre recordada por haber sido la sexta esposa de Enrique VIII, con el alucinante detalle de haber sobrevivido al rey como reina viuda. Todo un logro teniendo en cuenta la historia marital del rey más famoso de Inglaterra. Es suficiente decir “la sexta reina” para saber de quién se trata.
El rey Enrique había sido su tercer esposo y, tras enviudar, contrajo matrimonio con Thomas Seymour, hermano de la tercera esposa de su difunto marido (si aquí el lector comienza a complicarse, no desespere, porque aún hay más: con el flamante matrimonio vivía la princesa Elizabeth, hija de Enrique y Ana Bolena, segunda esposa del difunto rey). Pero no es el objeto de este artículo narrar aspectos de la vida de Catherine Parr, sino lo que ocurrió con ella después de su muerte. Como si los protagonistas de la época Tudor quisieran, a través de los siglos, seguir regalándonos historias insólitas.
Catherine murió el 5 de septiembre de 1548 y fue sepultada en la capilla del Castillo de Sudeley, algo natural dado que Sudeley Castle era su residencia.
Por el paso de los siglos y tras vicisitudes por las que atravesó el mencionado castillo durante la guerra civil del siglo XVII, las cuales serían tediosas relatar aquí, la capilla fue deteriorándose y el lugar de sepulcro de Catherine Parr se perdió. Hacia 1752 George Ballard refirió como “desconocido” el lugar de descanso de esta reina, hecho curioso dado el interés que Inglaterra mostró siempre con todo lo relacionado con Enrique VIII.

A partir de ese momento el cuerpo empezó a llamar la atención de la gente y hay indicios para creer que se abrió el ataúd en varias ocasiones, y que también hubo quejas: un año más tarde los restos ya no estaban en tan buenas condiciones. El vicario insistía en que fuera enterrado nuevamente. Como todos iban a mirar, se le colocó encima una losa de mármol.
Diez años después, en 1782, ocurrió algo lamentable: unos borrachos se pusieron a hacer bromas alrededor del ataúd, decidieron cavarle una tumba y sepultarlo; pero estaban tan ebrios que lo enterraron… boca abajo.
Dos años más tarde el cuerpo estaba otra vez afuera de la capilla. El vicario Tredway Nash pedía que “más respeto sean presentados a los restos de esta amable reina” y deseaba que fuera puesta en un nuevo ataúd para que “al fin su cuerpo pueda descansar en paz”. Como en esa época la capilla se usaba como criadero de conejos, Nash lamentaba que los conejos “rasguñaban muy irreverentemente sobre el real cadáver”. Cubrieron al ataúd con escombros.
En 1817 parecía que iban a mejorar las cosas. Se iniciaron trabajos de restauración en la capilla autorizados por el propietario de Sudeley, Lord Chandos. Buscaron el ataúd, lo encontraron cubierto de hiedra y dañado. Dentro, el esqueleto de la reina. También hallaron la placa original que decía:
KATHERINE PARR
AQUÍ YACE LA REINA CATHERINE, ESPOSA DEL REY ENRIQUE VIII Y ÚLTIMA ESPOSA DE THOMAS LORD SUDELEY GRAN ALMIRANTE DE INGLATERRA Y TÍO DEL REY EDUARDO VI, MUERTA EN SEPTIEMBRE DE 1548


Fuentes principales: Weir, Alison: The six wives of Henry VIII; Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII.
Imperdible: vea Sudeley Castle en: http://www.sudeleycastle.co.uk/
Imperdible: vea Sudeley Castle en: http://www.sudeleycastle.co.uk/
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