Antaño era bastante común que diarios y revistas trajeran una sección dedicada a resolver los problemas de sus lectores. También había programas radiofónicos sobre ello. La gente enviaba cartas, por lo general bajo pseudónimo, solicitando un consejo; la mayoría tenía que ver con problemas sexuales entre marido y mujer, infidelidad entre los esposos, problemas con los suegros, adolescentes quejándose de sus padres, amor entre adolescentes, soledad, problemas de aspecto físico, muchachas embarazadas, problemas laborales, adicciones. Así, las preguntas más frecuentes eran, por ejemplo, “mi marido no me comprende”, “mis padres no confían en mí”, “mi novia quiere casarse pero yo no estoy preparado”, “mi novio insiste en que le demuestre mi amor”, etcétera.
En los Estados Unidos hubo dos célebres consejeras: Ann Landers (a quien la United Press consideró en una ocasión como una de las diez mujeres más influyentes del país), y Abigail van Buren (cuya columna de consejos llegó a publicarse simultáneamente en ochocientos periódicos de todo el mundo). Ambas eran hermanas mellizas.
Si bien la mayoría de las consultas eran sobre asuntos previsibles como los descriptos en el primer párrafo, hubo ocasiones en que tanto Ann como Abby tuvieron que aconsejar sobre temas insólitos. Cierta vez fueron requeridas por los autores David Wallechinsky, Irving Wallace y Amy Wallace para que dijesen, precisamente, cuáles eran los problemas menos frecuentes de sus lectores. Las respuestas, publicadas en 1977, fueron las siguientes…
Los problemas menos comunes de los lectores,
según Ann Landers:
según Ann Landers:
1.- El hombre que escondió la dentadura de su esposa para que no pudiese salir de casa y votar a los demócratas.
2.- La novia que telefoneó a su madre durante su luna de miel para decirle que volvía a casa. Su marido era un empresario de pompas fúnebres y le confesó que solo podía disfrutar del sexo con mujeres que estuviesen muertas o que lo aparentasen. Le ordenó que tomase un baño frío durante veinte minutos y que al volver a la cama fingiese que estaba muerta.
3.- El hombre que quería ser enterrado en su Dodge del año 1939.
4.- El hombre que era incapaz de orinar en un lavabo público.
5.- La muchacha que había quedado paralítica de una pierna debido a un ataque de poliomielitis y quería que le amputasen la pierna para reemplazarla por una artificial, para así no cojear el día de su boda.
6.- La mujer que escribió para saber a quién pertenecían las nueces que crecían en un árbol de su propiedad, pero situado muy cerca de la casa de sus vecinos. La mayoría de las nueces caían en el jardín de sus vecinos y ella creía que debido a que el árbol era suyo ella tenía derecho a las nueces. (Respuesta: Los vecinos podían aprovecharse de las nueces que caían en su propiedad, pero no podían venderlas).
7.- La mujer cuyo marido iba a sufrir una operación transexual. Quería saber cómo sus hijos debían llamar a su padre después de la operación. “Papá” no le parecía apropiado para una mujer. (Respuesta: Podrían llamarlo “Bob” o “Bill”, o el nombre que adoptase después de la operación, probablemente “Mary” o “Sue”).
8.- La mujer completamente calva que acostumbraba a sacarse la peluca durante las partidas de póquer, dejándola sobre las fichas para que le diese buena suerte.
9.- El hombre que tenía un cerdo en su apartamento e insistía en que era un “maravilloso perro guardián”. Los vecinos se quejaron.
10.- La mujer que hacía las faenas del hogar completamente desnuda hasta que un día bajó al sótano para lavar la ropa y se encontró con el inspector de los medidores.
Los problemas menos comunes de los lectores,
según Abigail van Buren:
según Abigail van Buren:
1.- “Soy conductor de autobuses y deseo alguna información sobre cómo convertirme en pastor.”
2.- “Quiero tener un hijo, pero ni siquiera tengo novio. ¿Puede recomendarme a alguien?”
3.- “He oído decir que hay vida después de la muerte. En caso de que así sea, ¿podría ponerme en contacto con mi tío LeRoy Albert, de Victoria, Texas?”
4.- “¿Podría enviarme toda la información que le sea posible sobre el sistema rítmico? Estoy aprendiendo a bailar.”
5.- “Soy una viuda de cincuenta años y mi médico dice que necesito un marido o equivalente. ¿Sería correcto que tomase prestado el marido de mi hermana? Ellos están de acuerdo.”
6.- “Mi marido se quema los pelos de la nariz con una cerilla. Y dice que yo estoy loca porque voté a Goldwater.”
7.- “No puedo confiar en mi marido. Me engaña tanto que ni siquiera puedo estar segura de que mi último hijo sea suyo.”
© 2012, Héctor Ángel Benedetti
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