Por sus características, el cuento “El inmortal”, de Jorge Luis Borges, es una fuente rica para la búsqueda de referencias en Homero. Ya se trató en este blog la leyenda del perro Argos y su espera paciente (junio de 2010). Hay varias otras en el cuento. Un párrafo, por ejemplo, remite a la geografía homérica:
La urgencia de la sed me hizo temerario. Consideré que estaba a unos treinta pies de la arena; me tiré, cerrados los ojos, atadas a la espalda las manos, montaña abajo. Hundí la cara ensangrentada en el agua oscura. Bebí como se abrevan los animales. Antes de perderme otra vez en el sueño y en los delirios, inexplicablemente repetí unas palabras griegas: Los ricos teucros de Zelea que beben el agua negra del Esepo.
Las “palabras griegas” a que hace alusión Borges están ubicadas en la Ilíada (II, 819-827), en el momento de describir el ordenamiento de cada ejército con sus príncipes:
De los dardanios era jefe Eneas, el noble hijo de Anquises,
a quien por obra de Anquises alumbró Afrodita, de casta de Zeus,
la diosa que había yacido con un mortal en las lomas del Ida.
No estaba solo, pues con él estaban dos hijos de Anténor,
Arquéloco y Acamante, expertos ambos en todo tipo de lucha.
Y los que habitaban Zelea en las estribaciones del Ida,
los opulentos troyanos que bebían la negra agua del Esepo.
De éstos era jefe el ilustre hijo de Licaón,
Pándaro, a quien el propio Apolo había dado el don del arco.
Pero ¿cuál era el río Esepo?
La urgencia de la sed me hizo temerario. Consideré que estaba a unos treinta pies de la arena; me tiré, cerrados los ojos, atadas a la espalda las manos, montaña abajo. Hundí la cara ensangrentada en el agua oscura. Bebí como se abrevan los animales. Antes de perderme otra vez en el sueño y en los delirios, inexplicablemente repetí unas palabras griegas: Los ricos teucros de Zelea que beben el agua negra del Esepo.
Las “palabras griegas” a que hace alusión Borges están ubicadas en la Ilíada (II, 819-827), en el momento de describir el ordenamiento de cada ejército con sus príncipes:
De los dardanios era jefe Eneas, el noble hijo de Anquises,
a quien por obra de Anquises alumbró Afrodita, de casta de Zeus,
la diosa que había yacido con un mortal en las lomas del Ida.
No estaba solo, pues con él estaban dos hijos de Anténor,
Arquéloco y Acamante, expertos ambos en todo tipo de lucha.
Y los que habitaban Zelea en las estribaciones del Ida,
los opulentos troyanos que bebían la negra agua del Esepo.
De éstos era jefe el ilustre hijo de Licaón,
Pándaro, a quien el propio Apolo había dado el don del arco.
Pero ¿cuál era el río Esepo?
Se trataba del antiguo nombre de un río de Frigia, en el Asia Menor, casi paralelo al Granico y, como este, tributario de las aguas de la Propóntide (Mar de Mármara). En una de sus orillas se alzaba la ciudad de Zelea que menciona Homero, y no demasiado lejos, sobre la planicie del río Escamandro, lucía su esplendor Ilio (Troya). Hoy, el río —que corre bajo dominio turco— es designado como Gönen.
Ida, que albergara a Zelea en una de sus estribaciones, alcanza cerca del Esepo su altura máxima: unos 1.774 metros. Este monte recibe en la actualidad el nombre de Kaz Dagi.
Eneas es la cabeza del ejército de los provenientes de Dardania, fundada por el propio Zeus al nacer Dárdano. Homero insinúa la genealogía de la familia real de Troya en al comienzo de la selección (II, 819-821):
[…] Eneas, el noble hijo de Anquises
a quien por obra de Anquises alumbró Afrodita, de casta de Zeus,
la diosa que había yacido con un mortal en las lomas del Ida.
Pero esta prosapia aparece mejor expuesta más adelante, en el canto XX, a partir del verso 215. El relator es el propio Eneas, donde declara que desciende de la línea Zeus – Dárdano – Erictonio – Tros – Asáraco – Capis – Anquises.
En cuanto a los aliados de Eneas citados por Homero, de Arquéloco y de Acamonte no se tienen más noticias que las reportadas por la Ilíada; en cambio Pándaro, el proveniente de Zelea, figura también en Apolodoro, en Higinio, en Dictis de Creta y en Virgilio.
En su poema, Homero vuelve a mencionar al Esepo en otras tres oportunidades (IV, 89-91; VI, 20-22; y XII, 17-23):
Encontró al intachable y esforzado hijo de Licaón de pie,
rodeado por las esforzadas filas de los escudos guerreros,
las huestes que le habían acompañado desde el cauce del Esepo.
Euríalo despojó a Dreso y a Ofeltio.
Y fue tras Esepo y Pédaso, a quienes en otro tiempo la ninfa
de las aguas Abarbárea alumbró por obra del intachable Bucolión.
[…] entonces Posidón y Apolo tomaron la resolución
de asolar el muro, concentrando en él el ímpetu de los ríos
que desde las montañas del Ida fluyen al mar:
el Reso, el Heptáporo, el Careso y el Rodio,
el Granico y el Esepo, el Escamandro, de la casta de Zeus,
y el Simoente, donde muchos escudos, despojos de bueyes y yelmos
habían caído en el polvo a la vez que la raza de los semidioses.
© 2010, Héctor Ángel Benedetti
1 comentario:
Muchas gracias. Siempre me pregunté cual era el agua negra del Esepo.
Saludos,
r.
Publicar un comentario