Viminacio, Moesia superior, siglos II-III d. C.: “Cuando aún vivía Apolonio se hizo este sepulcro, conociendo el carácter olvidadizo de los herederos.”
En un mármol de procedencia desconocida, hoy en Atenas, siglo VI a. C.: “Contempla el sepulcro que guarda muerto a Cleeto, el hijo de Menesecmo, y compadécete: con todo lo bueno que era, murió.”
Ceos, siglos IV-V d. C.: “No es lícito que me saques fuera de mi morada.”
Escitópolis, Palestina, siglos II-III d. C.: “Adiós, vosotros que vais por el camino. Aquí yazco yo, Sosibio. «Adiós, Sosibio», repetid.”
Dáulide, Fócide, siglo III a. C.: “Solo esto es igual para todos los mortales: es voluntad de Zeus que todos mueran y abandonen la luz del sol. Si con plata u oro fuera posible comprar esto, ningún rico descendería al Hades.”
Roma, siglo II d. C.: “Yo, la tumba, me jacto de tener en mi regazo a la prudente Severa.”
Cícico, Misia, fecha desconocida: “Si alguien que no sea yo, Unión, deposita aquí a otro, pagará al fisco dos mil quinientos [denarios].”
Capadocia, siglos II-III d. C.: “Caronte, siempre insaciable, ¿por qué te has llevado de este modo al joven Andrón? ¿No habría sido igualmente tuyo aunque hubiera muerto en la vejez?”
Eritrea, siglos VI-V a. C.: “Aquí, oculto bajo la tierra, reposa Filón, un marinero cuya vida conoció pocas cosas buenas.”
Pireo, ca. 360 a. C.: “Lo que no es frecuente en una mujer, ser excelente a la vez que sensata, eso lo alcanzó Glícera.”
Roma, siglos II-III d. C.: “No era, llegué a ser. Era, ya no soy. Así de simple. Y si alguien dice otra cosa, miente: ya no volveré a ser.”
Cirene, siglos II-III d. C.: “No era y llegué a ser. No soy y no me importa.”
Janto, Licia, siglos I-II d. C.: “Amazona mandó erigir este altar con su propio dinero en memoria de su marido Víctor. Si alguien lo daña o desentierra deberá pagar al fisco quinientos denarios. Salud, caminantes.”
Pireo, siglos II-III d. C.: “Extremadamente veloz es la venganza de los muertos.”
Mitilene, siglos I-II d. C. (?): “Bajo el campo de Lesbos enterró Balbo a su perra, su servidora y compañera de viajes por el inmenso mar, y rogó que la tierra fuera liviana para la perrita que bajo ella yace. La misma gracia que otorgas a los hombres, concédesela también a los animales.”
Astipalea, siglo I a. C.: “No me traigáis de beber a este lugar: ya bebí cuando vivía. Ni de comer. Me basta con lo que tengo ahora. Todo eso es inútil. En memoria mía, y por la vida que pasé a vuestro lado, traedme azafrán.”
Roma, época de Augusto: “Esto es un campo, una casa, un jardín, una tumba.”
En un mármol de procedencia desconocida, hoy en Atenas, siglo VI a. C.: “Contempla el sepulcro que guarda muerto a Cleeto, el hijo de Menesecmo, y compadécete: con todo lo bueno que era, murió.”
Ceos, siglos IV-V d. C.: “No es lícito que me saques fuera de mi morada.”
Escitópolis, Palestina, siglos II-III d. C.: “Adiós, vosotros que vais por el camino. Aquí yazco yo, Sosibio. «Adiós, Sosibio», repetid.”
Dáulide, Fócide, siglo III a. C.: “Solo esto es igual para todos los mortales: es voluntad de Zeus que todos mueran y abandonen la luz del sol. Si con plata u oro fuera posible comprar esto, ningún rico descendería al Hades.”
Roma, siglo II d. C.: “Yo, la tumba, me jacto de tener en mi regazo a la prudente Severa.”
Cícico, Misia, fecha desconocida: “Si alguien que no sea yo, Unión, deposita aquí a otro, pagará al fisco dos mil quinientos [denarios].”
Capadocia, siglos II-III d. C.: “Caronte, siempre insaciable, ¿por qué te has llevado de este modo al joven Andrón? ¿No habría sido igualmente tuyo aunque hubiera muerto en la vejez?”
Eritrea, siglos VI-V a. C.: “Aquí, oculto bajo la tierra, reposa Filón, un marinero cuya vida conoció pocas cosas buenas.”
Pireo, ca. 360 a. C.: “Lo que no es frecuente en una mujer, ser excelente a la vez que sensata, eso lo alcanzó Glícera.”
Roma, siglos II-III d. C.: “No era, llegué a ser. Era, ya no soy. Así de simple. Y si alguien dice otra cosa, miente: ya no volveré a ser.”
Cirene, siglos II-III d. C.: “No era y llegué a ser. No soy y no me importa.”
Janto, Licia, siglos I-II d. C.: “Amazona mandó erigir este altar con su propio dinero en memoria de su marido Víctor. Si alguien lo daña o desentierra deberá pagar al fisco quinientos denarios. Salud, caminantes.”
Pireo, siglos II-III d. C.: “Extremadamente veloz es la venganza de los muertos.”
Mitilene, siglos I-II d. C. (?): “Bajo el campo de Lesbos enterró Balbo a su perra, su servidora y compañera de viajes por el inmenso mar, y rogó que la tierra fuera liviana para la perrita que bajo ella yace. La misma gracia que otorgas a los hombres, concédesela también a los animales.”
Astipalea, siglo I a. C.: “No me traigáis de beber a este lugar: ya bebí cuando vivía. Ni de comer. Me basta con lo que tengo ahora. Todo eso es inútil. En memoria mía, y por la vida que pasé a vuestro lado, traedme azafrán.”
Roma, época de Augusto: “Esto es un campo, una casa, un jardín, una tumba.”
© 2011, Héctor Ángel Benedetti.
3 comentarios:
AMIGO, TE FELICITO POR TU TRABAJO, SI GUSTAS VER MI TAREA VISITA:
http://inventren.blogspot.com/
SALUDOS
EDUARDO
inventivasocial@yahoo.com.ar
Estimado Eduardo, muchas gracias por su comentario; conocía su blog y de hecho alguna vez lo he recomendado entre amistades. Seguiré visitándolo, a la espera de interesantes actualizaciones. Un saludo cordial. Héctor.
GRANDE HECTOR, SIGUE APORTANDO A LA CULTURA
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