Quien siga la historia de los lugares de baile del Buenos Aires antiguo, notará que la mayoría de las veces se describen lugares reprochables, cuando no deteriorados y sucios. Para no abrumar con esta cantinela, y sobre todo para no quedarse con la imagen de que el tango fue cosa exclusiva de un ambiente de avería (de hecho no lo era), vamos a pasear un poco por un bonito establecimiento cuyo solo nombre ya es evocación de la belle époque porteña: el Pabellón de las Rosas.
Aunque ¿era realmente la cita romántica del Buenos Aires de ayer? Sí… y más o menos. Ocurre que tenía una moderada doble identidad. Mediodía y tarde, funcionaba como restaurante y salón de baile elegante para familias. Por las noches, sacrificaba un poco su refinamiento y abría sus puertas a milongueros menos recatados cuyas compañías, a veces, no eran de las más virtuosas. Pero esto no debería rebajarlo: el Pabellón de las Rosas nunca fue un sitio vulgar. Claramente se lo identificaba con el buen gusto.
Estaba en el 2855 de la avenida Alvear (hoy Del Libertador), esquina Tagle; es decir cerca del Armenonville, otro de los lugares célebres para el tango. Comenzó a funcionar a comienzos del siglo XX. Era un gran edificio señorial, simétrico, con ventanales al frente, que en cierta medida recordaba a los pabellones de las exposiciones mundiales europeas; se ingresaba a él trasponiendo una rotonda entre hermosos jardines que seguían el criterio paisajista de la época. Además del restaurante y el salón de baile, tenía pista de patinaje; ocasionalmente también se dieron funciones de teatro. En torno al Centenario llegó a tener una banda de música propia dirigida por Gaetano D’Alo.
En el Pabellón se ofrecieron los más recordados “bailes del internado” que dieron los estudiantes de medicina una vez al año, y para los que actuaron grandes típicas —Canaro, Berto, Castriota, Brignolo, Firpo— incluyendo una orquesta gigante de Fresedo, en 1919, de treinta profesores y con dos pianos: Cobián y Delfino. La Asistencia Pública escogió este lugar para auspiciar un concurso de tangos a finales de la década del ’20, bajo la conducción musical de Juan Maglio; y este resultó ser el vencedor, pues su propia obra Cuando llora el corazón se llevó el primer premio.
La última actividad bailable del Pabellón de las Rosas fue durante 1929, en Carnaval. Al llegar Cuaresma fue cerrado, y para Pascua se lo demolió.
Lo recuerda un famoso vals de José Felipetti.
© 2010, Héctor Ángel Benedetti
1 comentario:
¿qué se levanta hoy en donde supo estar este boliche?
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