viernes, 9 de julio de 2010

Se nos perdió un plesiosaurio

I. - De tanto en tanto reaparecen las imprecisas menciones de alguien que jura haber visto un monstruo de aspecto antediluviano en Loch Ness, Escocia. Las pruebas no pasan de una fotografía borrosa o del testimonio de un viajero circunstancial con patente de científico amateur, muy vehemente en sus dichos a la prensa sensacionalista. Pero esto no es propiedad exclusiva de la patria del whisky: también la Argentina posee aguas infestadas de bichos hermanados con el fabuloso Nessie. Todo el mundo sabe que en el lago Nahuel Huapi vive el Nahuelito; algo más al Norte, en el Caviahue, está el Caviahuito que ya aterrorizó a más de un lugareño; y hay quien afirma que a un paso de la Casa Rosada uno puede enfrentarse con el Reservito, simpático ictiosaurio de la Reserva Ecológica Costanera Sur.

Pocos se acuerdan de ello, pero hacia 1921-1922 hubo en el país otro monstruo antediluviano emergiendo de un lago patagónico (nuevamente el ambiente acuático: nadie denunció haberse topado alguna vez con un triceratops, un dinoterio o un ranforrinco). Fue el plesiosaurio que obsesionó al naturalista Clemente Onelli, y que quedó en el recuerdo de tres (¡tres!) tangos de la época.

II. - Todo aquel que recorra el Jardín Zoológico porteño y admire su parque y sus construcciones tendrá una melancólica deuda con Onelli, quien como director (lo fue desde 1904 hasta su fallecimiento) embelleció el paseo hasta hacerlo comparable con los mejores de Europa, confiriéndole a la vez un verdadero rango científico. Decía que allí era donde los animales estudiaban a los hombres.

Onelli nació en Italia en 1864. Graduado en la Facultad de Ciencias Naturales de Roma, viajó a la Argentina en 1889 para convertirse en el asistente de Francisco P. Moreno en el museo de La Plata. En el siglo XIX el rótulo “naturalista” implicaba el conocimiento de muchas disciplinas, y Onelli fue erudito en todas: antropología, biología, paleontología, geografía, zoología, botánica; incluso de materias que aún no estaban de moda, como la etnolingüística, la ecología, y más tarde la conferencia radiotelefónica y el documental cinematográfico (dirigió una película sobre la vida indígena en el siglo XVIII: El misionero de Atacama, 1922). Junto a Moreno exploró la Patagonia; en 1897 fue secretario general de la Comisión Argentina en el asunto de la demarcación de límites con Chile. Tenía una especial preocupación por la clasificación zoológica y a él se deben algunos de los más precisos estudios sobre ciertos ejemplares de la fauna andina.

III. - El aventurero norteamericano Martin Sheffield trajo a Onelli la noticia de un sensacional descubrimiento a orillas del lago Epuyén, en el territorio del Chubut: habiendo notado unas huellas extrañas, que parecían impresas por un animal gigantesco con aletas en lugar de patas, decidió seguirlas; las marcas se orientaban al lago, donde bien o mal llegó a ver una criatura grotesca, de cuerpo descomunal y obscenamente convexo, con un largo, fino y desproporcionado cuello rematado por una cabeza pequeña de cisne. El hallazgo se complementaba con algunos trozos de gruesa piel y excrementos acordes al tamaño de la bestia.

Onelli, recordando antiguas leyendas mapuches que hablaban de un monstruo habitando en los lagos de la región, concluyó que aquello era nada menos que un plesiosaurio. Movilizado por la existencia de una fiera antediluviana en plena Patagonia, organizó una expedición estimulada por un grupo de científicos del Amherst College de Massachussets, llegando a ser noticia en el prestigioso The Times de Londres. La expedición incluía un ingeniero, un taxidermista, una exigencia de la Sociedad Protectora de Animales para que el plesiosaurio fuese capturado vivo, unos cuantos baqueanos y, por las dudas, un campeón de tiro.

El 27 de marzo de 1922 los expedicionarios llegaron a San Carlos de Bariloche, y desde allí se dirigieron al Epuyén. En la lengua indígena, epuyén significa “dos estrellas”; y ambas debieron ser malas, porque aquellos hombres no hallaron al plesiosaurio, ni sus huellas, ni los trozos de piel, ni el interesante estiércol que informara Sheffield.

A propósito: este señor había desaparecido.

IV. - Blanco de muchas críticas tanto del ambiente científico como de los ciudadanos comunes, Onelli debió admitir que había sido objeto de una cruel humorada.

El tango aprovechó la ocasión: quedaron tres composiciones de aquella “fiebre del plesiosaurio”. Rafael D’Agostino y Amílcar Morbidelli fueron los autores de El Plesiosauro (“sauro” en lugar de saurio, respondiendo a una variante en la grafía de su nombre). El tango fue dedicado “al caballero Clemente Onelli y al amigo Manuel García”, tal como se lee en la carátula de la partitura.

Homónimo del anterior, de la misma época es un tango de Fernando Randle, mejor recordado por ser el compositor de Danza maligna, éxito en el repertorio de Azucena Maizani. Pero El Plesiosauro de Randle no tuvo el mismo impacto. Su partitura mostraba a la bestia como un aristócrata de chistera, polainas y bastón, fumando en pipa.

El tercero se llamó Ya lo traen al plesiosaurio, “tango antediluviano para piano” de Julio Fava Pollero. En su portada se ve la caricatura de Onelli intentando amarrar al plesiosaurio; este lleva sobre su lomo un cartelito que dice “Sea compasivo con los animales. Albarracín” (Ignacio Albarracín era el presidente de la Sociedad Protectora de Animales). Aunque Pollero tuvo una orquesta propia con la que hizo varias grabaciones durante 1927, este tango quedó sin registro fonográfico: el plesiosaurio ya había pasado de moda.

También había pasado Onelli, quien falleciera el 20 de octubre de 1924, tras descomponerse a bordo de un automóvil mientras regresaba de comprar carne para los animales del Zoológico.

© 2010, Héctor Ángel Benedetti.

3 comentarios:

ECOCIUDADANO info dijo...

Muy bueno!! Onelli forma parte de los personajes de tu nuevo libro? Saludos.

Héctor Ángel Benedetti dijo...

Hola...! Sí; por excepción, en este blog he subido una de las partes que en el libro lleva por título "El naturalista Clemente Onelli". No es lo habitual, pero quería actualizar con algo y eché mano de esto. Me alegra que haya sido de su agrado. Saludo cordial.

Anónimo dijo...

hi, new to the site, thanks.