sábado, 30 de enero de 2010

Estación La Beba, FCCBA

Un caserío minúsculo sobre los campos que fueron de María Unzué de Alvear. Varias viviendas, una escuela (la nº 25), unos tinglados, molinos de viento, la polícroma estación de chapa y madera, y las calles polvorientas, arboladas y vacías en la tarde del sábado; nada diferente de otros pueblos de la región, pero La Beba de todas formas da su bienvenida al viajero, quiza algo ostentosamente, con un gran cartel de letras de cemento. Un kilómetro antes lo precede, con mayor humildad, el cartelito blanco de Vialidad Nacional.

Casas antiguas y otras no tanto suelen resguardarse tras los arbustos; en ocasiones desde una esquina apenas se ve un techo rojo y un difuso manchón amarillo -que son las paredes- tras un seto alto y espeso.

Saliendo de La Beba en dirección a La Trinidad se cruza el Manantial de las Piedras, afluente del río de Rojas, por un viejo puente caminero.

Pasa un vehículo dejando tras de sí una nube terrosa.

© 2010, Héctor Ángel Benedetti

martes, 19 de enero de 2010

Variaciones sobre Tom Thumb

Charles Dickens tenía en su residencia de Gad’s Hill una biblioteca ornada con unas tallas de madera de tan mal gusto que prefería cubrirlas con falsos lomos de libros. Uno de estos volúmenes (que jamás nadie escribió) llevaba por título La guerra moderna, y su autor era un tal General Tom Thumb.

Pero el Tom Thumb auténtico, el original, existió. Sin galones, aunque repleto de andanzas, ocupó por varios siglos la imaginación de niños y adultos. Los lectores de habla hispana seguramente lo reconocerán por su versión castellanizada: Pulgarcito.

* * *

Tom Thumb es la variante inglesa, corregida y aumentada, del Pulgarcito tradicional que recogiera el francés Charles Perrault (1628-1703). Curioso destino, el de Perrault. Su fama comienza con un erudito discurso en verso que dio en la Academia Francesa sobre el siglo de Luis el Grande, que reavivó una polémica literaria entre anciens et modernes (Perrault defendía los méritos de los escritores modernos, mientras que Boileau, su oponente, era partidario de los antiguos); esto lo llevaría a escribir un libro comparando unos y otros. Luego vendría una defensa del feminismo, una colección de biografías de los franceses ilustres del siglo XVII, unos cuantos poemas y sus olvidadas memorias. Pero no hubiera ascendido de su oscura condición de polemista, de no ser por su ciclo de cuentos de la Mamá Oca; es decir, fue el público infantil quien terminó otorgándole una celebridad brillante y perpetua, cuando en el ambiente académico su suerte estaba acotada a un busto y una placa.

La estimación de los niños llegó porque solo ellos pueden disfrutar con la crueldad de un relato como Pulgarcito. Hay quienes se asustan; solo fingen: más tarde pedirán que les repitan el cuento. No vale la pena recrear aquí las andanzas del personaje, que son bien conocidas; es suficiente una selección de sus peores momentos:

1) Un niño con problemas de desarrollo puede y debe ser relegado de la familia. (Justificación: No tiene sentido gastar energías en quien tiene menos posibilidades de continuar la especie.) "Y lo que les causaba más dificultad era que el menor era muy delicado, y difícilmente pronunciaba una palabra […] Él era pequeñito, y cuando nació no era más grande que el dedo pulgar [...] El pobre niño era el menospreciado de la familia, y siempre lo hacían a un lado..."

2) Ante una hambruna, la prioridad de supervivencia la tienen los padres. (Justificación: Debido a su experiencia, ellos estarán más capacitados para criar nuevos hijos más adelante.) "No estamos en condiciones de seguir dándole alimento a nuestros hijos [...] por lo que he resuelto perderlos en el bosque mañana, lo cual es muy fácil de hacer..."

3) De varios hijos, el preferido será el primogénito; y si responde a los cánones raciales, mejor. (Justificación: Lo recomiendan las Escrituras.) "Pedro era el mayor de ellos, a quien ella amaba más que al resto, porque él era pelirrojo, igual que ella..."

4) La antropofagia no tiene por qué ser cosa primitiva. (Justificación: Puede hacerse con "estilo".) "Los pobres chicos cayeron sobre sus rodillas implorando perdón, pero estaban tratando con uno de los más crueles ogros, quien, lejos de tener piedad de ellos, ya los estaba devorando mentalmente, y le dijo a su esposa que ellos serían una comida delicada cuando ella haya cocinado una buena salsa..."

5) El filicidio suele ocurrir. (Justificación: Si pasa en las mejores familias, ¿por qué no habría de pasar en el hogar de un ogro?) "Sin mayor dificultad, [el ogro] cruelmente mató a sus siete hijas. Y bien satisfecho con lo que había hecho, regresó a su cama..."

* * *

Con ciertas innovaciones, el mismo cuento fue difundido años después por los hermanos Grimm. Esto, en el Continente; en Inglaterra hacía buen tiempo que tenía fuerza bajo la figura de Tom Thumb, agraciado con el añadido de viejos episodios artúricos.

En la Argentina, Tom Thumb fue despojado de su macabra historia. Claro que no apareció bajo la forma de un pigmeo legendario, sino como algo más inocente: Tom Thumb Golf era el nombre de unos links de fantasía, que hicieron furor a comienzos de los años '30. En él se jugaba con un palo tipo putter y debían sortearse, a cambio de puntos, obstáculos consistentes en muñecos, laberintos, plantas decorativas, etcétera.

© 2010, Héctor Ángel Benedetti

lunes, 11 de enero de 2010

Incapacidad de abstracción

Sospeché que el mundo estaba perdiendo abstracciones al oír cierta adivinanza en los alrededores de Magdala, provincia de Buenos Aires. “Vuelta arriba, vuelta abajo y dele vuelta, carajo”, dijo un paisano. Al verme ignorante de cualquier respuesta, aclaró: “Es la manivela de la bomba de agua que está en el puesto de Don Sepúlveda”. Podía haber sido esa u otra bomba de agua, e incluso cualquier mecanismo de biela-manivela; pero en esa región solo podía tratarse de un artefacto en particular, con su ubicación exacta. Al día siguiente escuché otra adivinanza, de artificios similares, dicha por una chacarera: “De chico, grandote; de grande, chiquito”. Resultó ser el ombligo del primer hijo de aquella mujer. Ningún otro ombligo de los millones que hay en el mundo; ni siquiera de la docena (o más) que había en su casa: “de chico, grandote; de grande, chiquito” correspondía únicamente al ombligo de su hijo mayor.

Más tarde y más lejos detecté que el fenómeno no era extraño a la geografía. Por Cuchillo Curá (Neuquén) está el Cerro Irigoyen, llamado así porque desde cierto punto del camino recuerda (según dicen) la cara del doctor Bernardo de Irigoyen. Casi no hace falta aclarar que esta analogía es artificial y evidentemente forastera: nadie en ese paraje del Neuquén podría estar familiarizado con el rostro cuadrangular y la barba de chuleta de quien fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires. Nadie, a excepción de su cuñado: el coronel Olascoaga, fundador de Chos Malal. Pero insisto: más allá de este pariente, ¿quién podría identificar en ese montón de rocas a Don Bernardo? Mucha imaginación habría que tener para reconocer ahí no solo su rostro, sino cualquier otro; en todo caso bien podría habérsele puesto “Cerro La Cara”, algo más genérico (de hecho, los lugareños solo ven una cara de indio). Pero no: en una zona donde las abstracciones son raras, aquello necesitaba ser bautizado con un nombre que remitiera a una cabeza concreta aún cuando esta solo resultase habitual para los porteños fin de siècle.

A unos kilómetros encontré otro caso. Se llama Cerro León. La explicación para este topónimo me la dijeron en una forma tan natural que sentí vergüenza de haberlo preguntado: León, porque “parece un león durmiendo la siesta”. Veamos cómo progresa esta imagen. Con suerte uno puede ver en ese promontorio a un león. Por alguna razón es imprescindible dotarlo de una actitud: se pone entonces que está durmiendo. Pero agregar que está durmiendo la siesta, ya es alarmante. Y por cierto que nada impediría añadirle más potencias: decir, por ejemplo, “un león durmiendo la siesta en Hualcupén el martes 6 de octubre de 1942”.

© 2010, Héctor Ángel Benedetti.

Perdón por la demora

No publicaba nada en este blog desde 2006. Cosas que pasan a veces. Veremos qué tal nos va ahora, en pleno 2010. Saludos cordiales desde un tórrido enero bonaerense.

© 2010, Héctor Ángel Benedetti.