martes, 21 de marzo de 2006

El proyecto escolar "Antología de Cuentos"

(Por Guada Aballe).

Este proyecto se trabajó durante al año 2005 con alumnos de 5º grado sección A de la Escuela nº 8 D.E. 18 “Base Aérea Vicecomodoro Marambio”, y se presentó en la “Jornada de Intercambio de Experiencias Pedagógicas” realizada en la sede de la Escuela nº 2 D.E. 18 en diciembre de 2005. A continuación se detalla su desarrollo en totalidad:

Proyecto: “Antología de cuentos”
Área: Prácticas del lenguaje
Nivel: Aula – 5º grado año 2005
Autora: Guadalupe Rosa Aballe, Escuela nº 8 D.E. 18
Fundamentación: Atendiendo a la necesidad que los niños puedan avanzar como lectores literarios y puedan ejercer derechos del escritor, brindar oportunidades a los alumnos para que desarrollen un progresivo crecimiento como lectores y productores de obras de ficción.
Propósito: Hacer del aula una comunidad de lectores y escritores para que puedan desplegar sus propias posibilidades y avanzar como intérpretes y productores de textos de ficción.
Contenidos: Textos narrativos literarios de ficción y sus diferentes géneros:
- Cuentos policiales (se narra la historia de un delito que debe resolverse a través de una investigación);
- Cuentos tradicionales (narración de ficción que forma parte de la tradición oral);
- Cuentos de terror (cuando el narrador desea provocar miedo a los lectores creando personajes y situaciones espeluznantes);
- Cuentos de ciencia ficción (se narra el futuro o diferentes formas de vida extraterrestre); y
- Cuentos fantásticos (narraciones con elementos imaginarios, de fantasía).
Etapas: El primer género trabajado fue el policial. Leímos y analizamos un cuento del género elegido: personajes, trama y características fundamentales de la narración. Posteriormente los chicos crearon sus propios cuentos policiales. De la misma manera se trabajaron los otros géneros (tradicional, terror, ciencia ficción y fantástico). Para finalizar el proyecto, fueron seleccionados algunos cuentos de cada género y elaboramos un libro; los chicos se valieron del recurso de informática para copiar e imprimir los cuentos elegidos.

Importante: A través del desarrollo del presente proyecto tuvimos que realizar actividades de ortografía y puntuación. Una actividad en especial fue muy divertida y enriquecedora en el aula para comprender la necesidad de una puntuación adecuada y poder transmitir correctamente lo que queremos decir y para que nosotros comprendamos aquello que desean escribirnos los demás. Existe un antiguo texto español de Toledo y Benito que adapté libremente para desarrollar la actividad:

1) En un pueblo lejano abren el testamento de Pepito:
Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco pagar la cuenta del sastre nunca de ningún modo para mis primos todo lo dicho es mi deseo Pepito


Que los alumnos lean el texto tal como está. ¿Qué dificultades se presentan? ¿Quién es el heredero?

2) De inmediato se presenta Juan diciendo ser el heredero.
Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco pagar la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para mis primos. Todo lo dicho es mi deseo. Pepito.


¿Por qué Juan dice tener derecho a la herencia? ¿Qué hizo Juan con el texto?

3) Pero Luis dice que el heredero es él.
¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan?. No: a mi hermano Luis. Tampoco pagar la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para mis primos. Todo lo dicho es mi deseo. Pepito.


¿Tiene razón Luis? ¿Qué diferencias encuentran con el texto presentado por Juan?

4) El sastre se presenta y dice tener derecho a cobrar su deuda.
¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Pagar la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para mis primos. Todo lo dicho es mi deseo. Pepito.

¿Por qué el sastre reclama el pago de su deuda?

5) Hasta que llegaron los primos diciendo ser el heredero.
¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. ¿Pagar la cuenta del sastre? Nunca, de ningún modo. Para mis primos todo. Lo dicho es mi deseo. Pepito.


¿Qué alteraciones hicieron los primos en la puntuación del texto?

(Las preguntas sugeridas en cada etapa de la actividad son orientadoras, cada docente puede trabajar los textos con su grupo de la manera que considere más apropiada).

De esta manera los alumnos, en una forma entretenida, destacan la importancia de la puntuación en un texto. Pueden sugerirse las siguientes actividades como cierre de la actividad:
- ¿Cómo colocarías la puntuación para que nadie quede como heredero?
- ¿Qué solución proponen ante esta situación? ¿A quién le entregarían la herencia de Pepito?
- ¿Te parece que los signos de puntuación son importantes? ¿Por qué?

Se insiste en señalar que la creatividad de cada docente hará surgir nuevos cuestionamientos para cerrar la actividad.

Evaluación: Elaboración de un libro a modo de antología. El obstáculo que se presentó fue el siguiente: en la impresión de algunos cuentos se deslizaron algunas erratas que debieron corregirse manualmente salvo uno de los cuentos que debió ser descartado. El librito, titulado Antología de cuentos, contiene los siguientes trabajos (se transcribe un cuento de cada género a modo de ejemplo).

POLICIALES
Un asalto casi perfecto
Los ladrones astutos
El asesino
Un robo imposible
Asalto en el banco

Un robo casi perfecto

Había una vez un señor llamado Dr Jackson.
El dr era un hombre muy solitario, no tenía casi amigos, con las únicas personas que siempre estaba eran sus cómplices de cada robo, por ejemplo: Tom Estrabul, Jacky Robinson, Rolando Capuchón y también la más linda de todas: Katerin J. Joons. A ella siempre la encerraban pero a menudo se escapaba, era muy astuta. Cuando conoció al dr Jackson se había dado cuenta que había alguien mucho más astuto que ella.
Entre todos decidieron robar a la persona más rica del mundo: Richard Ricón, el dueño del banco más lleno de plata y conocido de todos. Lo primero que hicieron fue idear un plan.
Al plan lo empezaron el lunes y lo terminaron el miércoles. El jueves por la noche fueron a robar el banco, primero robaron $1.000.000 y querían robar el triple de lo que robaron.
Lo que faltaba lo decidieron robar al día siguiente pero al llevarse la plata no sabían que se habían llevado la alarma y así la policía los localizó y los encerraron en la prisión.
-Micaela M.

TRADICIONALES
El reino
El héroe de la ciudad
El hechizo de la princesa

La princesa Belinda

Había una princesa que vivía en un castillo donde había una torre muy alta. La princesa se llamaba Belinda y en el castillo había un dragón.
Para rescatar a la princesa Belinda tenían que atravesar muchas pruebas. Había que pasar por un paredón con pinches, cruzar por un volcán y por último vencer al dragón.
Muchos príncipes trataron de rescatar a la princesa pero nadie pudo.
Un día apareció un príncipe muy valiente y pudo pasar todas las pruebas. Cuando la encontró le preguntó si se quería casar con él, la princesa le dijo que sí y fueron muy felices.
-Evelyn


TERROR
El cementerio embrujado
La mansión fea y linda
El video de la muerte
El exorcista

La bruja del cementerio

Una vez una chica llamada Sayana quería hacer magia negra.
La señora que le enseñaría vivía en un cementerio, atrás del cementerio estaba su casa.
La señora era una bruja, tenía un perro con un parche en el ojo, la bruja le pegaba con un látigo para que obedeciera.
El marido estaba muerto porque ella lo había matado. Sayana cuando se enteró se quiso morir pensando que la iba a matar a ella, pero no tenía miedo.
Al otro día fue a la casa de la señora para empezar su primer clase. Cuando entró vio unos cuadros en las paredes, después un ataúd, lo abrió y adentro estaba uno de los alumnos con clavos, siguió sin tener miedo y encontró en la cocina un cuchillo con sangre.
Luego entró a un cuarto oscuro y se escuchó una voz gangosa. Al final del cuarto estaba la bruja.
Sayana ahora estaba con mucho miedo y de pronto la bruja le preguntó:-¿Querés hacer magia negra?
-Sí, quiero-respondió Sayana.
La bruja la llevó a una pieza y le mostró una bola de cristal.
-¿Qué ves?-le preguntó.
-Veo un cementerio y una chica igual a mí.
-Eres tú, así estarás después.
Sayana aceptó el desafío de ser bruja y vivir en un cementerio.
Ahora se la conoce como una bruja de verdad.
-Micaela B.


CIENCIA FICCIÓN
Los marcianos peligrosos
Los malditos humanoides
Humanoides
Arrugolandia

Los extraterrestres atacan

En el año 2010 unos astronautas fueron al planeta Júpiter para ver si había vida en el planeta.
El cohete había despegado con seis astronautas. Después que despegaron, el cohete tuvo un ligero accidente con el motor. Quedaron en el medio del espacio pero pudieron llegar a destino.
Cuando llegaron a Júpiter realizaron un experimento con un espécimen. Al regresar a la Tierra lo revisaron pero el espécimen empezó a hacer clones de sí mismo. En ese momento se armó la invasión extraterrestre. De cada extraterrestre se hacían dos.
Uno de los científicos dijo:
-Hay que hacer una pócima. No sabían que hacer hasta que apareció el científico más loco del mundo, hizo una extraña pócima, los mató y todos se quedaron tranquilos.
-Lía


FANTÁSTICOS
El castillo con trampas
El espejo mágico
El fin del mundo
Los chicos magos
Glub y su magia

El libro mágico

Había una vez un chico muy bueno de cuarto grado, ese chico se llamaba Sebastián y vivía con su madre. Cuando pasó a quinto grado vino una chica y se enamoró de ella.
En el cumpleaños de la chica Sebastián le regaló un libro que se llamaba “El libro mágico”
Cuando terminó el cumpleaños la chica miró los regalos, vio el libro y lo empezó a leer.
Algo extraño empezó a pasar: el lugar cambió. Cuando dejó de leer todo volvió a ser como antes.
Al otro día le avisó a Sebastián pero él la creyó loca. La chica le llevó a Sebastián a su casa, le dijo que leyera el libro y de nuevo comenzó todo. La casa se convirtió un una cueva, Sebastián dejó de leer pero igual la casa seguía como una cueva.
La chica y Sebastián trataron de escapar pero no pudieron y se quedaron para siempre en ese mundo y con el libro mágico.
-Néstor



© 2006, Guada Aballe

lunes, 20 de marzo de 2006

Sobre una referencia latina en J. L. Borges

De la primera edición de El Aleph quedaron excluidos cuatro relatos: “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”, “Los dos reyes y los dos laberintos”, “La espera” y “El hombre en el umbral”. Estos, más una “Posdata de 1952”, fueron agregados en la edición siguiente; desde entonces, “El hombre en el umbral”, cuento que contiene la referencia que se analizará a continuación, ha venido ocupando el lugar número dieciséis en el índice. Sin temor a exagerar, puede afirmarse que se trata de uno de los mejores cuentos que se han escrito en lengua española.

En el párrafo inicial, un amigo inglés de Borges y de Bioy Casares invoca cierto pasaje de la sátira X de Décimo Junio Juvenal (la misma sátira que comprende dos sentencias memorables: Panem et circenses y Mens sana in corpore sano, frecuentemente bisadas con ignorancia de su origen). Lo hace confundiendo un adverbio de lugar, error que observa Borges:

Bioy Casares trajo de Londres un curioso puñal de hoja triangular y empuñadura en forma de H; nuestro amigo Christopher Dewey, del Consejo Británico, dijo que tales armas eran de uso común en el Indostán. Ese dictamen lo alentó a menciona que había trabajado en aquel país, entre las dos guerras. (Ultra Auroram et Gangen, recuerdo que dijo en latín, equivocando un verso de Juvenal.) De las historias que esa noche contó, me atrevo a reconstruir la que sigue. Mi texto será fiel: líbreme Alá de la tentación de añadir breves rasgos circunstanciales o de agravar, con interpolaciones de Kipling, el cariz exótico del relato. Este, por lo demás, tiene un antiguo y simple sabor que sería una lástima perder, acaso el de las Mil y una noches.

(Jorge Luis Borges: “El hombre en el umbral”. Publicado originalmente en La Nación del 20 de abril de 1952, sección 2ª)

Así comienza el cuento. Que Mr. Dewey se haya equivocado al principio de sus remembranzas es un hecho de gran interés dentro del argumento: como ha señalado Daniel Balderston, “el error en la cita pone en peligro su autoridad”.

En efecto, Juvenal escribe, iniciando la sátira X, Usque Auroram et Gangen. Rezan los primeros cuatro versos:

Omnibus in terris, quae sunt a Gadibus usque
Auroram et Gangen, pauci dinoscere possunt
uera bona atque illis multum diuersa, remota
erroris nebula.


Juvenal habla en está sátira de “las súplicas siempre inoportunas de los hombres a los dioses” (Heredia Correa). Cínicos, estoicos y epicúreos ya conocían el tema; Horacio (en sus Epístolas) y Persio (en sus Sátiras) ya lo habían tratado. Juvenal no hace más que reincidir, tal vez de manera más admirable, en una costumbre satírica.

Balderston, en cambio, cree ver una alusión a “los que erran cuando van demasiado lejos”, y de hecho hay luego una crítica a las ambiciones de Aníbal y de Alejandro, aunque no parece presentarse como lo principal de esta sátira.

Traducido en prosa, el contexto de la cita de Juvenal es amplio:

En todas las tierras que se extienden desde Cádiz hasta la aurora y el Ganges pocos son los que pueden, alejada la niebla del error, distinguir los verdaderos bienes de aquellos que les son del todo diferentes. ¿Qué cosa, en efecto, emprendemos con tan buenos augurios, que no nos arrepintamos de nuestro intento y de que se haya cumplido nuestro deseo? Los dioses, complacientes, han destruido familias enteras porque ellas mismas lo han pedido. En paz, en guerra se piden cosas que han de perjudicar. Para muchos es mortal la abundancia torrencial de su palabra y su elocuencia; aquel murió por confiar en sus fuerzas y en sus músculos admirables; pero es mayor el número de aquellos a quienes ha estrangulado el mucho dinero reunido con excesivas inquietudes, y una fortuna que sobrepasa tanto a todos los patrimonios, cuanto es mayor la ballena británica que los delfines. Y así en tiempos calamitosos por orden de Nerón una cohorte completa cercó la casa de Longino y los grandes jardines del riquísimo Séneca, y puso sitio al magnífico palacio de los Lateranos. Rara vez llega un soldado a los pisos altos. Si, puesto en camino de noche, llevas unos vasos pequeños de buena plata, temerás la espada y la lanza, y te hará temblar la sombra de una caña que se mueve bajo la luna; el caminante que no lleva nada, cantará frente al ladrón.

(Juvenal: Sátiras. Libro IV, sátira X, 1 a 22)

En estas líneas Juvenal menciona a Casio Longino, Lucio Anneo Séneca y Plaucio Laterano. Las historias de cada uno de ellos pueden rastrearse en los Anales de Tácito.

En la frase “rara vez llega un soldado a los pisos altos” hay una imagen de las insulæ, o casas de vecindad. Estos edificios eran la vivienda característica de los pobres; Juvenal ya sugiere las insulæ en su sátira VII (verso 118) al llamar a un abogado modesto scalarum gloria, gloria de la escalera.

Juvenal acota con generosa aproximación las fronteras del mundo conocido por sus contemporáneos al comenzar diciendo “todas las tierras que se extienden desde Cádiz hasta la aurora y el Ganges”. A casi cincuenta años de la probable publicación de esta sátira, los mapas de Ptolomeo seguían sin alejarse demasiado de la India extra Gangem.

Por eso es tan significativo el error de Mr. Dewey. Al decir “ultra Auroram et Gangen” está recordando un ámbito que los romanos ignoraban: el que iba más allá de la India. Todo lo contrario del “usque Auroram et Gangen” de Juvenal, aún teniendo en cuenta que el Ganges era para el Imperio un concepto más bien difuso.

Los judíos veían en esta corriente, a la que llamaban Ghión, a uno de los cuatro ríos que fluían del Paraíso y oficiaban de puntos cardinales (los otros eran el Indo, el Tigris y el Éufrates). Todavía así figuraba en el mapamundi de Richard de Haldingham, en pleno siglo XIII.

© 2006, Héctor Ángel Benedetti

viernes, 17 de marzo de 2006

Breves leyendas de Loncopué (1º parte)

Las leyendas que se reproducen a continuación se contaban en varios puntos de la región de Loncopué, provincia argentina de Neuquén.

Leyenda de Campana Mahuida. Berta Elena Vidal de Battini fue responsable de una voluminosa antología de creencias, agrupada en varios tomos y ya hoy rara de encontrar en librerías. Fichada bajo el 1322, en una de sus prodigiosas páginas se lee la siguiente leyenda de Campana Mahuida: “Dice que esa barda suenan como campana. Que lo han oído lo que andaban por áhi pastoriando animale. Eso lo oyen siempre. Esa barda suenan juerte. Ésa es señal que va a soplar viento del lau de la Cordillera, y enseguida los pastore juntan y llevan su animale. Campana Mahuida tiene un poder de Dios. Por eso suena y deja salir el viento. Áhi nace el viento juerte que todo le tienen miedo. Mercedes Cheuquel, 65 años. Zapala. Neuquén. 1941.” A continuación, la autora remarca que la narradora es una vieja araucana criada en el lugar, descendiente de las tribus expulsadas por la Campaña del Desierto. Y agrega: “Sus gentes guardan el horror del hecho militar entre sus tradiciones, y ella lo comenta con el rencor que le transmitieron en contra del blanco” (Cuentos y leyendas populares de la Argentina, tomo VII, Ediciones Culturales Argentinas, Buenos Aires, 1984; página 126). [En la imagen: Una fotografía de Campana Mahuida obtenida en 1884.]

Leyenda de la cordillera enojada. En la Sierra de Chorriaca se cree que la cordillera de los Andes se enoja cuando los arrieros hacen ruidos extraños, o disparos de armas de fuego, o gritan, o encienden motores. Manifiesta su desagrado mediante truenos ensordecedores, temporales de viento y nieve y derrumbes que sepultan a los fastidiosos. No hay remedio contra el Enojo. Lo mejor es que el arriero se quede quieto y callado: cuanto más barullo haga, más bramará su ira la cordillera. Se aplaca sola. [En la imagen: Arrieros neuquinos, en los Andes.]

Leyenda de la maldición de la machi. “Machi” es la condición de curandero de una persona. No es exactamente un brujo practicante de magia negra, figura que entre los mapuches recibe el nombre de calcu; machi es quien ejerce el chamanismo, el que expulsa místicamente el mal causado por el huecuvü. Pueden ser personas de cualquier sexo y aún hermafroditas, pero es mucho más frecuente ver mujeres llevando esta dignidad en la que con magia se mezclan ciencia, religión y arte. Cuentan que los caciques mapuches solían reunirse en Loncopué; desde allí, en Invierno, peregrinaban unas leguas hasta Copahue. Ellos conocían el poder reconstituyente del agua y los barros, que aprovechaban para el vigor necesario que exigía mantener varias esposas. Estando en Loncopué los jefes de algunas tribus, por cierta conveniencia, se confabularon para asesinar a otro. Hubo sangre y azufre: cumplieron su conjura entre los vapores del volcán. Los que volvieron falsearon lo sucedido, pero nadie les creyó. El crimen era evidente. Enfurecida, la machi de la comunidad del cacique muerto lanzó una profecía terrible: Loncopué estará condenado por treinta generaciones a no avanzar. La maldición de la machi parece cumplirse, aunque no se sabe bien cuántas generaciones han pasado ni cuántas quedan por venir aún. [En la imagen: Ilustración en un artículo de C. Rodríguez.]

Leyenda de la Piedra del Indio. Existía una rechricura, o piedra santa, en el medio de tres caminos muy viejos que conducían a Chile: el de Copahue, el del Paso Copulhue y el de Moncol. Era conocida como Piedra del Indio. Los paisanos le dejaban ofrendas de toda clase: alimentos (en especial pan y frutas), dinero (unas monedas), cosas de sus caballos (clavos, herraduras). El que se aventuraba a pasar por la Piedra del Indio sin dejarle nada, corría el riesgo de que “se le enojara”. El castigo era extraviar al viajero para siempre. Cumplir con la Piedra, en cambio, certificaba un paso sosegado y unos módicos beneficios anexos. De ida o de regreso no debía olvidarse de dar tres vueltas a la Piedra, siempre hacia la derecha, y en la última vuelta arrojarle la ofrenda. Esto contaba un arriero y peón de campo del Paraje Chorriaca, Don Juan Basilio Figueroa. [En la imagen: Una pintura que representa estribaciones de la cordillera andina.]

© 2006, Héctor Ángel Benedetti

lunes, 13 de marzo de 2006

Las soleadas colinas de Noruega

(Sobre la novela Synnøve Solbakken, de Bjørnstjerne Martinus Bjørnson, premio Nobel de literatura en el año 1903. Christianin, hoy Oslo, 1857; Johan Dahl)

Pocas invenciones literarias provocan la mágica fascinación de esta. Es de las que se leen de una sola vez, de esas que no admiten interrupciones.

Autor y título son impronunciables para el desprevenido lector de habla castellana. En una misma edición (por ejemplo: la española de 1947) el nombre de la joven protagonista —y por lo tanto, el propio título de este libro— puede fluctuar entre Synnoeve, Synnœve y Synnöve, según se interrogue la portada, los cabezales o el texto; desde luego que su verdadera grafía es Synnøve.

Tantos diacríticos asustan, es cierto; pero la novela cautiva desde el comienzo. La primera visión que se tiene es la de una colina; una amplia colina verde y luminosa como quizá cueste imaginar en Noruega —país de fiords, de pescadores, de alta nieve escandinava. Solbakken es, precisamente, “colina soleada”, y en ella hay una casa que habita la afortunada familia a la que pertenece Synnøve, una niña al principio. Esta dicha viene porque su posición en la colina es de privilegio: ningún otro lugar en el valle recibe el sol con más generosidad. Pero ¡atención!, porque con este comienzo se está a un paso de caer en Heidi o en un cuadro de Segantini (¿qué tal Mezzogiorno sulle Alpi?), mientras que Synnøve Solbakken es otra cosa.

Vaya si lo es. Se tiene a Synnøve Solbakken como una de las primeras novelas donde la familia campesina es retratada con verosimilitud: este dictamen es más bien una acotación. En sus capítulos no se desdeñan ni el elemento onírico ni las viejas leyendas nórdicas. Hay personajes que no se olvidan y de los que siempre se está esperando una reaparición, como el sirviente indisciplinado; otros viven temerosos de una vieja superstición familiar que adjudica dicha a las generaciones pares y desgracia a las impares, aunque pronto se revela cierta confusión en el cómputo. Son luteranos: “Los dueños de la hacienda eran haugianistas, y los conocían por «los lectores», porque leían la Biblia con más afán que otras gentes”, informa el primer capítulo; allende Noruega, pocos podrán conocer quién fue el reformador Hans Nielsen Hauge y en qué consistía su doctrina.

Ante todo, Synnøve Solbakken es una novela idealista. En otras literaturas, es común que lo bucólico sea pretexto para el más cerrado de los nacionalismos: no aquí. Fue publicada en 1857; faltaban todavía ochenta y tres años para Quisling.

Por suerte, las alucinaciones son otras (son “alucinaciones” en el sentido literal) y cumplen una poderosa función semántica dentro del relato. Pueden parecer pequeñas islas narrativas, meras excusas de Bjørnson para soltar las amarras de su imaginación; y sin embargo, quien las lee se introduce de una manera tan natural, e incluso tan esperada, que forman parte inseparable del hilo conductor. No son consecuencia de este, ni su detonante: simplemente vienen y van con estudiada elegancia, envolviendo de tanto en tanto, en momentos exactos, el curso de los acontecimientos.

Tres desvaríos, como los tres días que deben transcurrir antes de contar un sueño para que éste se convierta en realidad. En el primero, Thorbjørn, enamorado de la rubia Synnøve, se tiende a reflexionar en el claro de un bosque, pero éste cobra a su alrededor una forma monstruosa, con árboles que ríen y hacen preguntas (“Me gustaría saber dónde habéis estado durante el invierno pasado”) y dialogan con las águilas. La segunda pesadilla es el delirio de un golpeado; el mismo Thorbjørn siente que le transportan de una punta a la otra de árboles altísimos, hasta que termina ante un precipicio y allí se remonta mágicamente hasta la colina soleada, hasta Solbakken, donde aguarda Synnøve para llorarlo. Más tarde será la propia Synnøve quien sueñe, y en su sueño en cierto modo repetirá (sin saberlo el personaje, y quizá sin quererlo el autor) la cíclica historia de Romeo y Julieta.

Lejos de descansar solo en estos hallazgos, Synnøve Solbakken es continuamente atractiva. Leerla conmueve; la desgracia de sus personajes se hace intolerable, así como en la dicha se disfruta y sus asombros son desvelos. El destino de las figuras es fácil de intuir, porque su historia es, en definitiva, la misma que con variantes viene repitiéndose desde el Anthia y Abrocomas, de Jenofonte de Éfeso (en Synnøve Solbakken falta el odio irreconciliable entre familias, y el final será otro); lo llamativo, lo que transforma este argumento que por ser atávico el lector ya tiene adquirido, es la belleza con que lo cuenta Bjørnson, los elementos que ha trabajado para conseguir una novela perfecta.

Un párrafo del primer capítulo: “«—Tú no sabes nada de nada» dijo, cierto día, Aslak a Thorbjøn. Y éste le siguió tembloroso, hasta la estancia, para enterarse bien de lo que le iba a decir el otro. «¡Me sé los artículos de la fe!» «¡Bah! Pero si ni siquiera has oído hablar del duende que estuvo bailando todo el día con su novia, hasta que se puso el sol, y que después reventó como una ternera amamantada con leche agria.» Nunca en su vida había oído Thorbjørn tanta sabiduría junta…”

No es fácil encontrar la exacta posición de este libro en la historia de la literatura. No se lo puede considerar un “clásico olvidado”, pues no lo está en Noruega: solo está desatendido fuera de su tierra. Y si bien se lo ha valorado —queda dicho— como una pequeña masterpiece en su género, el grueso del público, puesto a escoger entre noruego y noruego, ha preferido las obras de Ibsen. Esta no es una actitud mala: es una actitud limitada.

Bjørnstjerne Bjørnson recibió el premio Nobel de literatura en 1903. Comentaristas posteriores observaron que el jurado se inclinó por él solo porque Alfred Nobel, muerto hacía ya ocho años, había admirado sus novelas.

© 2006, Héctor Ángel Benedetti